Paradoja

La fornicación es uno de los actos más placenteros y a la vez riesgosos que puede efectuar el ser humano: con ello se pueden producir nuevos seres humanos...

Disculpa

Estimada,

Me refiero a la misiva en la que le respondo a su apreciable cartita por el feis.
Al respecto no tengo más que externar mi solicitud de disculpas si es que le he herido de cualesquiera forma.
Mi única justificación es la de haber estado enojado.
Por favor acéptelas (no he podido ni comer de la preocupación [mucho menos dormir: llevo ya una hora en vela]); la culpa me embarga y no sé de qué forma compensar, pues dado que sus intenciones tomaron caminos divergentes de las mías no me es posible aliviar heridas que seguramente le causé, principalmente cuando le hice entrever que era una persona inestable y poco confiable, o cuando me refería a que a pesar de su edad su búsqueda personal era fatua y ridícula, o quizás aun cuando hice referencia a que me importaba un piojo lo que tuviera que decirme sobre su familia, o más todavía cuando insinué que la banalidad reinaba sobre su opinión con respecto a mi familia dado que me había mandado a mudar.
No interprete de mala forma, por favor. Realmente era el enojo por haberme dado por culo a través de un medio que me sirve para jugar en la oficina mientras espero trabajo y que quizá para usted sea la única forma de relación con el entorno dado que sus múltiples actividades le impiden socializar y por ello le pareció el conducto más apropiado.
Luego entonces hago pública la aceptación de mi mal proceder tratando de evitar que sus cósmicas vibraciones puedan incidir en mí.
Reitero la solicitud de perdón no sin antes enfatizar en la mórbida culpa que me embarga, la cual me ha ocasionado una gran, enorme y suprema supresión de mi libido, al grado que, además de terapia grupal, he decidido convertirme a alguna religión precolombina para que el gran espíritu me diga cuál planta me drogará lo suficiente para no ver la realidad y no me cause culpa por haber ingerido una sustancia ilegal.
En espera de su piadoso perdón, me quedé de usted.
Yo

Adiós

Estimada:


Con la presente agradezco públicamente su diplomática cartita que me hizo favor de enviar a través del feis en días pasados mandándome a la chingada.
Al respecto me permito decirle que la misiva, así como la entrega, me parecieron de lo más chabacanos. No fue así la parte donde instruye y me empapa de su inteligencia emocional con respecto de las relaciones que tengo con mi familia. Sus indicaciones son tan (...) —después de diez minutos pensando en la acepción correcta, decidí dejar de perder el tiempo y obviarla—, que, desde mi poco humilde opinión, eran innecesarias.
La poca o mucha inteligencia emocional de cada cual es producto de las interacciones con el medio, y esta se ve reflejada de forma tan explícita en su misiva como en esta respuesta de su servilleta.
Es preciso decir que, a esta altura del partido, la relación que opera entre usted y sus familiares me resulta tan (...) —ibídem— que considero que es información que poco contribuye a contextualizar y justificar su cordial patada en mi culo.
Más desconcertantes resultaron las afirmaciones que a sus 43 años siga sin encontrarse y que en este preciso periodo temporal deba emprender una cruzada en su búsqueda.
Al respecto, respetuosamente le propongo un ejercicio:
* Busque un sanitario.
* Entre en él.
* Ubique el objeto brillante y reflector que regularmente se encuentra arriba del lavamanos.
* Colóquese frente a él.
* Obsérvelo con detenimiento,
* et voilà.
Cabe recalcar que este escrito sí está redactado de forma visceral, además que, en lenguaje coloquial, es de ardido.
Me despido de la misma forma en la que cordialmente lo hizo usted:
Agradezco la experiencia, y añado que además le estoy eternamente agradecido por mostrarse tal cual es.
Yo

El reparador ii

Sudoroso y con la boca seca del miedo despertó sobresaltado por el timbre de la puerta.
—Voy a matar a quién sea —pensó agitado, sobreponiéndose de la pesadilla.
—Buenas noches, soy el reparador de sueños.

Secuencia

Un deseo, una llamada, una llave, una escalera, una puerta, una lámpara, una sábana, un baño, una escalera, una huída, un deseo.

El reparador

Al vagón del metro sube un andrajoso con un atado de botellas rotas. Para sorpresa de los pasajeros no brinca con el torso desnudo sobre ellos ni hace alarde de su condición maloliente: se sienta en el rincón y pedazo tras pedazo comienza a repararlas.