Amor y odio (o lo que es lo mesmo, Oda a la ignorancia)

No es cierto que haya una delgada línea entre estos dos sentimientos, pues puedo asegurar que son dos sentimientos diferentes. El que después de amar se odie o viceversa, es una cuestión de casualidad y causalidad, no de la hermandad ni de la polaridad. Además, son sentimientos que se pueden sentir y demostrar al mismo tiempo por alguien o algo.
Este es mi caso actual ante Enrique Vila-Matas (Barcelona, 1948-aún respira). A este compadre lo leí gracias a una amiga de hace muchos años, quien amablemente me asisitió ante un síndrome de abstinencia literaria, es decir, no voluntaria, sino obligada por tres semanas de editar libros de texto y carencia monetaria para comprar libros nuevos. Así conocí Una casa para siempre (Anagrama, 1988). Holgo decir que me encantó.
Después del primer acercamiento se me antojó leer más del tipo pues no sólo me había despertado un ávido interés en sus demás obras, además me había hecho adicto a él. Sin embargo, el segundo round fue catastrófico, no porque mermara la calidad, sino porque la acrecentó de manera que mi ignorancia relució. Algo similar sucedió con Joyce, con su Ulises, al que tardé en leer más de un año mientras leía a todos los clásicos a los que hacía referencia. Vila-Matas me hizo comprender que no he leído lo suficiente (cosa que agradezco), y que para volver a enfrentarme a él pasará un buen tiempo en lo que, por lo menos, me acerque a sus talones y disfrute sus guiños sin que tenga que recurrir a una enciclopedia o al google.
Debo agradecer, además, que me hizo comprender que el odio también es un sentimiento delicioso, si se sabe saborear y no se atraganta uno con él.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Lo tengo pendiente desde hace màs de un año, conoci su obra en un taller de cuento, lo leo y ya lo comentaremos.

Un abrazo.

PD, Y sì, coincido, no hay linea delgada -aunque las novelas rosas y fresas lo aseguren- entre el amor y el odio.